Y nada más
Un retrato de Marina Tsvietáieva, poeta
(Moscú, 1892 – Yelabuga, 1941)
Sobre textos de Paul Celan, Boris Pasternak, Sylvia Plath, Marina Tsvietáieva, Nicolás Vilela y Alejandro Tantanian.
con
Pedro Antony
Eva Carrizo Villar
Romina Ciera
Natacha Codromaz
Estefanía Daicz
Érica D’Alessandro
Gerardo Otero
Pablo Ramírez
Producción
La Balsa de la Medusa
Fotografías
Ernesto Donegana
Diseño gráfico
Gonzalo Martínez
Realización canteros
A&B realizaciones escenográficas
Meritorio de escenografía
María Belén Draghi
Asistente de escenografía y vestuario
Cecilia Stanovnik
Asistente de dirección
Nicolás Vilela
Coreografía y diseño de movimiento
Silvina Duna
Luces
Marco Pastorino
Escenografía y vestuario
Oria Puppo
Dramaturgia, musicalización y dirección
Alejandro Tantanian
Un retrato de Marina Tsvietáieva, poeta
(Moscú, 1892 – Yelabuga, 1941)
Sobre textos de Paul Celan, Boris Pasternak, Sylvia Plath, Marina Tsvietáieva, Nicolás Vilela y Alejandro Tantanian.
con
Pedro Antony
Eva Carrizo Villar
Romina Ciera
Natacha Codromaz
Estefanía Daicz
Érica D’Alessandro
Gerardo Otero
Pablo Ramírez
Producción
La Balsa de la Medusa
Fotografías
Ernesto Donegana
Diseño gráfico
Gonzalo Martínez
Realización canteros
A&B realizaciones escenográficas
Meritorio de escenografía
María Belén Draghi
Asistente de escenografía y vestuario
Cecilia Stanovnik
Asistente de dirección
Nicolás Vilela
Coreografía y diseño de movimiento
Silvina Duna
Luces
Marco Pastorino
Escenografía y vestuario
Oria Puppo
Dramaturgia, musicalización y dirección
Alejandro Tantanian
La poeta Marina Tsvietáieva nació en 1892 en Moscú. Al margen de las corrientes estéticas como el acmeísmo, el simbolismo y el futurismo, escribió libros de poemas (Álbum de la tarde, La lámpara maravillosa, Poema de la montaña y Poema del fin), prosas autobiográficas (Mi Pushkin, El diablo), diarios (Indicios terrestres), cartas (Cartas del verano de 1926), ensayos (Epos y Lírica en la Rusia de hoy) y obras de teatro. En 1941 se suicidó en Yelabuga. Dueña de una poesía capaz de irradiar una claridad inquietante y conmovedora sin apelar a ningún tipo de concesiones, Marina Tsvietáieva se convirtió una de las voces fundamentales del siglo XX.
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