7.3.07

Marina Tsvietáieva por Nicolás Vilela

Mi nombre es Marina Ivánovna Tsvietáieva. Nací el 26 de septiembre de 1892 en la ciudad de Moscú. Mi padre fue filólogo, profesor de historia del arte en las Universidades de Kiev y de Moscú, y director del primer museo de bellas artes de Rusia, el Museo Rumiántsev, conocido hoy como Museo Pushkin. Mi madre fue una pianista polaca bastante talentosa. Murió muy pronto, y de ella heredé el amor por la poesía y por Alemania. Desde los seis hasta los dieciséis años me inscribí en diversos colegios –católicos-, liceos y escuelas de música. Luego, viajé a la Sorbona para participar de un curso de verano sobre literatura francesa antigua. Mis escritores favoritos son Heine, Goethe, Hölderlin, Pasternak, Rilke, Pushkin, Andréi Bély, Homero y Lérmontov. Publiqué poemas en varias revistas de izquierda: nunca en las de derecha, a causa de su profunda falta de cultura. Jamás pertenecí a movimientos literarios o políticos. En 1910 publiqué Álbum de la tarde, mi primer libro de poemas. Mi primer encuentro con la Revolución, con los emigrantes, fue entre 1902 y 1903; el segundo fue entre 1905 y 1906, en Yalta, con los socialistas revolucionarios. Eso fue todo: mis héroes personales son Napoleón, Byron y Juana de Arco. Las cosas que más amo en el mundo son la música, la naturaleza, la poesía y la soledad. No me interesa la opinión pública, ni las artes plásticas, ni el teatro. En 1912 me casé con Sergiuei Efron, un ruso-judío, que primero perteneció al ejército blanco que luchaba contra los bolcheviques, y luego pasó a las filas de Stalin. Tuve tres hijos: Ariadna (a quien llamamos Alia), Irina y Gueorgui. A Serguiei le dediqué mi libro La lámpara maravillosa. De 1917 a 1922, en plena guerra civil, viví separada de mi esposo y escribí seis piezas de teatro, tres libros de poemas y mis diarios Índices terrestres. En 1920 murió Irina, mi hija menor, en un orfanato. En 1922 viajé a Praga a reencontrarme con mi marido, que escapaba de la derrota del ejército blanco. En 1923 me quedé en Praga y escribí algunos poemas dedicados a Pasternak --- y también El poema de la montaña y El poema del fin. Otros poemas que escribí en homenaje al Ejército Blanco fueron recitados en toda la diáspora rusa. En 1925 viajé a París. Los poemas que escribí entre 1922 y 1925 quedaron reunidos en el libro Después de Rusia. En 1926 mantuve una intensa correspondencia con Borís Pasternak, que se había quedado en Rusia, y con Rainer María Rilke, el Poeta-Pensador, que se hallaba en Suiza. Todo comenzó porque el padre de Borís conocía a Rilke y, mediante una carta lo presentó a su hijo. Borís, a través de otra, me lo presentó a mí. Mi correspondencia con Borís había comenzado en 1922, cuando él me escribió a Praga una admirable carta en la que hablaba de mi libro Verstas y de nuestras afinidades. Nos continuamos escribiendo hasta 1935. Como no había relación postal entre la URSS y Suiza, Borís le pidió a Rilke que le enviara las respuestas a sus cartas a través de mí; al mismo tiempo, le sugirió que me mandara de regalo dos libros y fue allí que me presentó ante él. A partir de ese momento, Rilke y yo comenzamos una correspondencia fluida. Ideal. Obnubilada por el nuevo intercambio, olvidé el trato con Borís, quien comenzó a sospechar que yo quería alejarlo de Rilke. Supe después que Leonid Ósipovich ya había advertido a su hijo que no era muy confiable usarme de intermediaria con Rilke. Borís quería verme: quería que él y yo fuésemos a ver a Rilke. Yo, en concreto no quería ver a Rilke: me gustaba soñar con él a esa distancia. Cuando me limité a remitirle la carta que Rilke, a través mío (yo soy una sordina), le enviaba, Borís supuso que mi silencio reflejaba disgusto ante el triángulo amistoso. Mentira: mi infancia con Borís seguía allí, conmigo.


Entre 1933 y 1937 escribí mi ensayo sobre Mayakovski y Pasternak, Epos y Lírica en la Rusia de hoy, y algunas de mis prosas autobiográficas como Mi Puhskin y Pushkin y Pugachov. En 1937, supe que mi marido, que ya había viajado a Rusia con mi hija Alia, estaba implicado en la muerte del hijo de Trotsky. La policía francesa vino a interrogarme a mi casa. Me mudé a un hotel. En 1938, Serguiei volvió a Rusia y lo enviaron al GULAG, que es una forma de decir “Dirección General de Campos de Trabajo”, que es una forma de llamar al lugar al que iban a morir trabajando los prisioneros que capturaba el gobierno soviético. Mi hermana Anastasia fue trasladada a otro campo. Yo volví a Rusia en 1939. Viví de traducciones y con el apoyo de Anna Akhmátova y de Pasternak. En 1941, después del fusilamiento de mi marido y de que mi hija Ariadna fuera enviada a trabajar en un campo minero, me trasladaron a Yelabuga junto con mi hijo. Me suicidé en agosto de ese mismo año, ahorcándome con una cuerda que Borís Pasternak me había dado para atar una valija.

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