2.3.07

Algunas frases de MT

Marina Tsvietáieva

Si Dios hace este milagro, conservarlo con vida, lo seguiré a todos lados, como un perro.

Trago mis lágrimas en silencio.

Recito como alguien que se ahoga, no, como un pez que se atraganta con su propio mar.

Cuando duele es imposible comenzar de nuevo.

Vivir. Y hacer lo posible porque los otros vivan.

Para mí la posibilidad de conseguir lo deseado (un objeto o un alma) está en proporción inversa a la fuerza del deseo: mientras más deseado – más inalcanzable.

Algún día lo diré, ahora no tengo el valor.

MT

Una señorita ¡y fuma! Por supuesto que todos los seres humanos son iguales, pero a pesar de todo, una señorita no debe fumar. Con el tabaco la voz se endurece y el aliento se vuelve masculino. Las señoritas deben chupar caramelos y perfumarse, para que de ellas se desprenda un olor dulce. Si no, cuando un caballero se les acerque para hacerles un cumplido - ¡paf! – una bofetada de ese olor de hombre.

Todo lo mío ha sido robado.

Alia antes de dormir: - Marina, le deseo todo lo mejor que hay en el mundo. Quizá: lo que aún queda en el mundo…

Es mejor perder a una persona en su totalidad, que retenerla en una centésima parte.

Toda la vida se divide en tres periodos: el presentimiento del amor, el hecho del amor y el recuerdo del amor.

Lo más valioso en los versos y en la vida es aquello que ha llegado involuntariamente.

Así se me quedó grabada esta primera visión de la burguesía durante la Revolución: las orejas, escondidas bajo los gorros, las almas, escondidas tras los abrigos, las cabezas, escondidas en los cuellos, los ojos, escondidos tras los cristales. Una enceguecedora -por la chispa de la cerilla– visión de la piel.

Salva Dios, y protege: a Marina, a Seriozha, a Irina, a Liuba, a Asia, a Andriusha, a los oficiales y los no oficiales, a los franceses y los no franceses, a los heridos y los no heridos, a los sanos y a los enfermos - a todos nuestros conocidos y también a los que no conocemos.

En una palabra, yo no estoy: yo acompaño.

¡De todos modos morir es inevitable!

¿Mis manos vacías y mi corazón repleto?

Marina, siempre

1 comentario:

María Victoria Dentice-Andres Salama. dijo...

No nos desbarataron; nos perdieron
por los tugurios de las latitudes:
disgregados como huérfanos.

¿Cuál es, pero cuál es, marzo?
¡Como a las barajas nos han cortado!