un buen plan: dejarse llevar por el relato apasionado de una vida: la de Marina Tsvietáieva: sus poemas, sus cartas, sus amores imposibles: el desenfreno del mar, la soberanía de la montaña: los lobos que son Rusia y ella que es la Rusia toda para el hombre que ama: Rilke: el poeta en la casa de enfermos, curando su enfermedad sin éxito: el poeta que muere antes de contestar la carta última: un buen plan de domingo para despedir el silencio y dejarse envolver por la música de un lied y el bolero descarnado en la voz corpórea de la única Olga Guillot: tan única e intensa como Marina que regala un cuento hermoso sobre un niño que escapa del bosque sobre la grupa de un caballo entre los brazos de un padre incrédulo: Marina que dice que la vida es una estación a la que todos llegamos con atraso. Tsvietáieva, entonces, y nada más para un domingo a las 19 horas. La cita es en el Espacio Callejón: no dejen de venir: ella, siempre sabe compartir la mesa. Los espera, dice, puntuales sobre el silencio de la tarde que decide morir temprano para que la noche de sus poemas sea.
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