Panorama Sur 2011
Hace 12 años.
Un espectáculo de Alejandro Tantanian sobre Marina Tsvietáieva. Domingos 19 horas. Espacio Callejón. Humahuaca 3759. Reservas al 4862.1167. Última función domingo 17 de agosto de 2008.
A LA HORA DEL RECUERDO UN TONO DISTENDIDO Y CERCANO ELIGIO ALEJANDRO TANTANIAN PARA ESTE HOMENAJE A LA POETA RUSA QUE ERA ESPECIALISTA EN ENAMORAR A LA DISTANCIA: RILKE Y BORIS PASTERNAK FUERON ALGUNOS DE LOS NOMBRES QUE SUCUMBIERON A SUS TEXTOS.

Del dramaturgo Alejandro Tantanian se puede ver Y nada más, un retrato de la poeta rusa Marina Tsvietáieva (sábados a las 20.30 en el Espacio Callejón, Humahuaca 3759, 4862-1167).
Radar, 10 de julio de 2007.
Y nada más encuentra otra manera de contarla: parte de la infancia. No sólo de la infancia de la poeta, sino de la infancia en general: el juego, los juguetes, las canciones La vida de Marina se introduce por medio de un relato infantil contado en la mesa a oyentes atentos, asombrados como chicos que escuchan un cuento mientras toman la leche. Sin embargo, el relato tiene un tinte oscuro: la historia es la misma que escribimos al comienzo: se oye el hambre de una familia mientras se come, la muerte entre juego y canto. La niña crece y la infancia deviene adultez, etapa en la que, en la vida de Marina, estalla la guerra. Allí comienzan a circular la correspondencia que configura el triángulo amoroso entre ella, Rilke y Pasternak, un triángulo de admiración, devoción, amor y dolor. Distintos fragmentos de las cartas circulan por las voces de los actores. En ningún momento se dice la palabra “Revolución”, ni la posición de Marina frente a esta que, por otra parte, nunca fue clara, ni puede deducirse en sus escritos: su lugar “fuera del presente” permite abordar su vida desde otro lado, y eso es lo que hace esta obra, tal como ella (podemos pensar) lo entendía: la Revolución la surca, la condiciona, es el presente inevitable, el rumor de fondo, pero ella es una poeta de la interioridad, la relación con su tiempo es paradójica, está allí al mismo tiempo que no está, su obra no puede entenderse sin la guerra pero tampoco explicarse por la guerra.

¿Quién galopa tan tarde a través del viento y de la noche? Son un padre y su hijo. El padre aprieta contra su pecho al hijo, el hijo se siente seguro junto al padre, el hijo siente el calor del pecho de su padre, sin embargo: – Hijo, ¿por qué escondes la cabeza? ¿Tienes miedo? – Papá, ¿no ves al Rey de los Alisos? ¿Al Rey de los Alisos con su manto y su corona? – Hijo, es la niebla. Nada más. “Niño, querido niño, ¡ven a mí! Jugaremos juegos maravillosos. Flores de extraños colores florecen, aquí, en mi manto, mi madre hará con ellas enormes, bellos ramos.” – Papá, papá ¿no escuchas las promesas que el Rey de los Alisos me hace al oído? – Calma, hijo mío, nada temas. Es el viento que susurra entre las hojas secas. “Hermoso niño, ¿quieres venir a mi palacio? Allí mis hijas bailarán para ti y cantarán para ti, allí te acunarán y te mecerán.” – Papá, papá, ¿de verdad no ves, allí en la oscuridad, a las hijas del Rey de los Alisos? – Hijo, hijo mío, sólo veo árboles viejos brillando grises en la noche… Y nada más. “Te amo, niño mío. Y no soporto tu belleza. No tengo alternativa: si no quieres venir conmigo – ¡te llevaré por la fuerza!” – Papá, ay papá, me clava las garras en el pecho, el Rey de los Alisos me lastima, me duele papá, aquí, duele. El padre clava las espuelas y el caballo galopa cada vez más fuerte, vuela en la noche, el padre aprieta contra su pecho al niño, llega el caballo a la casa – el hijo ya está muerto entre sus brazos.
I
II
III
¿Qué ciudad del mundo te gustaría conocer?
¿Por qué?
A causa de la varicela, una cicatriz en la frente.
Rainer, quiero encontrarme contigo, quiero dormir junto a ti, adormecerme y dormir. Simplemente dormir. Y nada más. No, algo más: hundir la cabeza en tu hombro izquierdo y abandonar mi mano sobre tu hombro izquierdo, y nada más. No, algo más: aún en el sueño más profundo, saber que eres tú. Y más aún: oír el sonido de tu corazón. Y besarlo.



Los cumpleaños también los recuerdo bien: con mi hermana nos festejaban juntas ya que las dos cumplimos en junio. Pero en realidad quiero hablar de lo que realmente extraño: la torta. Mamá compraba los polvos para preparar bizcochuelos de distintos sabores, mi preferido era el de frutilla -que seguro que sabía igual que el de vainilla y sólo variaba el color- Ya no se fabrican más... en fin. Mamá hacía cuatro bizcochuelos y los ponía uno sobre otro unidos con dulce de leche y cubiertos con granas de colores. Yo ansiaba que llegara el momento de apagar las velitas, de que entrara en protagonismo la torta gigante de mamá: limón, vainilla, frutilla y chocolate...
Estás Para Ganar